Tardanzas, suspensos y esperas en adopción

Revista Derecho de Familia, Ed. Abeledo Perrot, marzo-abril 1999

«Lo indecidible no es meramente la oscilación o la tensión entre dos decisiones; es la experiencia de aquello que, aunque heterogéneo, ajeno al orden de lo calculable y de la regla, aún está obligado(…) a someterse a la decisión imposible, al mismo tiempo que toma en cuenta las leyes y las reglas» J.Derrida.
Los hechos
La práctica que describiré en este artículo cuenta con su propia historia transcurrida durante décadas; pero era posible suponer que una nueva legislación facilitaría la puesta en acto de un ordenamiento jurídico de la adopción , que evitaría o disminuiría dicha práctica. Sin embargo,no ocurre asi y la experiencia clínica me demuestra(*) el incremento de esta modalidad ,implementada por los futuros adoptantes, que los conduce a tomar contacto con profesionales que actúan en diversas provincias para que actúen como intermediarios de futuras entregas de criaturas en adopción. Los abogados y los trabajadores sociales son los profesionales a los que se recurre con mayor frecuencia ya que cuentan con datos provistos por la comunidad.
Dicho contacto se logra mediante la intervención de alguna institución que se ocupa de preparar»las carpetas» y cuyos profesionales, se dedican a «conseguir» niños en disponibilidad, relacionándose con abogados de diversas provincias(Giberti 1996) , o bien gracias a las recomendaciones de otros padres que adoptaron siguiendo esta modalidad y que asesoran a quienes no tienen experiencia, recomendándoles a los profesionales con los que ellos tramitaron el encuentro con la criatura.
La mecánica se desarrolla del siguiente modo : una vez que la pareja se hubo conectado con la abogada que se ocupará de los trámites, ésta les informa «para cuando se espera un parto», de acuerdo con los datos de los que dispone. A partir de ese momento, una vez que han sido contratados sus servicios profesionales, se aguarda el nacimiento del bebe.
En las vísperas del parto la profesional advierte por teléfono a la pareja para que preparen su viaje a provincia; mientras tanto la carpeta con sus antecedentes fué presentada en el juzgado correspondiente.
Inmediatamente después de nacida la criatura, tanto los futuros adoptantes, cuanto la madre de origen y la abogada se presentan en el juzgado para que se lleve a cabo la entrega del bebe con fines de guarda.En ese momento la madre de origen declara su voluntad de entregar la criatura a la pareja que la acompaña, ante lo cual, el juez- que habitualmente tiene en su escritorio dos o tres carpetas que provienen de Capital Federal y que esperan turno para que les sea entregado un bebe- privilegia a la pareja»elegida»por la madre y procede a legalizar la entrega.Este trámite puede concretarse en seis o siete meses y aún antes.
Si el juez decidiese que ese bebe fuera entregado a otra pareja, siguiendo el orden de presentación, la madre de origen podría negarse a entregar al niño, aduciendo que en ese momento se arrepintió y que pensándolo bien, ensayará criarlo; con lo cual el juzgado perdería la disponbilidad del bebe.
La madre de origen está comprometida con la pareja que le aportó la profesional y sabe que es a ellos a quienes deberá entregarle la criatura; este compromiso, de acuerdo con mi experiencia no implica tráfico del niño si por tráfico entendemos canjear a la criatura por miles de dólares que se entregan a los intermediarios .
En la mecánica que describo no sucede de este modo:los aportes económicos que la madre de origen podría recibir no exceden de alguna ropa para otros hijos de ella, o bien chapas para el techo de su vivienda-rancho, o equivalentes. La pareja adoptante puede haberse hecho cargo del costo de las ecografías, o de los análisis bioquímicos de la gestante durante el embarazo o de algún comestible para que ella consumiera en el hospital.
Con otras características, pero semejante en su dinámica, encontramos otro modelo que, de acuerdo con la información de algunos jueces, se produce en la provincia de Buenos Aires (seguramente también en otras).
Decidida a entregar al bebe, la madre de origen toma contacto con una abogada o abogado que la conecta con sus clientes. Entonces se produce la entrega del niño a esa pareja sin que exista mediación jurídica alguna. Seis o siete meses después, la madre de origen se hace presente en el juzgado , junto con la pareja que crió al niño durante ese tiempo y con el abogado y expresa su decisión de que ese niño quede a cargo de la pareja a quien ella lo entregó recién nacido.
El juez tiene como alternativas: 1) negarse a acatar el deseo de la madre de origen y entregar un bebe de siete u ocho meses a otra pareja, respetando el turno de las carpetas entregadas y en espera, o 2) aceptar la decisión de la madre.
El magistrado se encuentra ante un hecho consumado el cual, por una parte puede conducirlo a separar a un bebe de esa edad de aquellos que lo criaron – contará entonces con todas las recomendaciones psicológicas en contrario- o bien hacer lugar al pedido de la madre. Este pedido encierra una trampa : esa pareja no fué elegida por ella , puesto que no la conocía, sino que la abogada seleccionó a los clientes que deseaban adoptar.
Con algunas variantes , según sea la región o las características de los juzgados, y según funcione el circuito que conecta a los futuros adoptantes y las mujeres que entregan a sus hijos con los abogados de la zona, la práctica se repite con significativa frecuencia y – de acuerdo con mi experiencia – abarca varias provincias.
Mi pretensión en este artículo reside en aportar nuevos elementos desde la perspectiva de la posiciones subjetivas que están en juego
Ansiedad y reconocimiento
La ansiedad y la impaciencia de los futuros adoptantes les impide esperar el tiempo que , de acuerdo con la información proveniente de las instituciones oficiales, deberán sobrellevar antes que se les entregue una criatura: ese período podría llegar a los tres años de espera.
Ante esa alternativa, quienes ya han soportado otra índole de padecimientos, producto de las técnicas y ensayos para lograr la concepción de un hijo, o como efecto de la tensión que produce la decisión de adoptar cuando uno de los miembros de la pareja es fértil y renuncia a dicha fertilidad debido a la esterilidad del o la compañero/a, o por otras razones que comprometen el equilibrio emocional de cada uno de los miembros de la pareja, recurren a una práctica que, sin ser ilegal, es más veloz que la que se logra mediante los procedimientos habituales.
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En paralelo con los deseos de adoptar encontramos el anhelo y la nostalgia por el hijo que pudieron concebir; ambas involucran dolor (contenido en algia), y este dolor aviva el deseo y se persiste en marcar la urgencia sintiéndose heridos. El anhelo da por supuesta la vivencia y añoranza del hijo que en realidad no se tuvo, es la nostalgia de lo no-habido(Giberti 1981-1998).
Entonces, la tardanza en entregarles un niño, que puede resultar de la «carencia de niños disponibles para ser dados en adopción», y de los trámites y procesos jurídicos , actúan-para los futuros adoptantes- como una ausencia de reconocimiento de la ansiedad, del dolor, de la expectativa que resulta de la falta que ellos padecen.
El reconocimiento del otro y de si mismo, asi como el hecho de saberse reconocido por otros forma parte de las funciones del Superyo, según la teoría freudiana. Un aspecto de ese Superyo, al advertir el deficit de reconocimiento al cual aspira, se va tornando progresivamente inamistoso, hipercritico y hostil; en ese caso hipercritico hacia la justicia.
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Dentro de este marco surgen la impaciencia y en grado extremo la desesperación, ligadas con el sentimiento de inferioridad que puede resultarles devastador.Lo que conocemos como deficit de autoestima, socialmente avalado debido al juicio descalificante que los adoptantes suelen encontrar en razón de su imposibilidad de concebir.
El lugar psíquico de esa falta(imposibilidad de concebir, ausencia de hijo gestado por los miembros de la pareja) mantiene su eficacia traumatizante, al no lograr que se les entregue una criatura en un tiempo más breve, e incorpora la vivencia de que sus derechos sociales son vulnerados y produce significantes hostiles hacia la justicia;para los adoptantes evidencia la ausencia de reconocimiento de dicha falta por parte de los procedimientos legales .
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La espera que protagonizan los futuros adoptantes ,que paulatinamente se convierte en la evaluación de la tardanza que se impone de hecho, interfiere en la construcción de la representación hijo-adoptivo como un objeto externo al que se accede merced al esfuerzo de sustitución del hijo-biológico (inicialado por el deseo de los miembros de la pareja) por la cría que otros produjeron; esfuerzo que es preciso realizar para garantizar la identidad de padres. Es decir, la tardanza pasa a formar parte constituyente de la parentalidad, al incorporar sentimientos de desvalorización provenientes del trato juridico-social , que se enlaza con la infertilidad o esterilidad, que está en el origen de dicho sentimientos.
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.El énfasis en el reconocimiento del estado de ánimo de los futuros adoptantes deriva de la tesis de Taylor(1993) acerca de la construcción de la identidad:»Si debo realizar mi modo de ser original, y no ajustarme a un patron ya definido por todos, entonces mi identidad debe ser motivo de investigación.Se hace obligatorio inventarla y si hay alguien que debe tener un papel inalienable en esto debo ser yo mismo.»
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Este planteo es particularmente interesante porque permite contrastar dos procedimientos divergentes: por una parte algunos juzgados y aun el Consejo del Menor y la Familia afirman que los futuros adoptantes deberán esperar entre dos y tres años dado que no hay disponibilidad de niños para ser entregados en adopción. O sea, la respuesta corresponde a la realidad que estas instituciones manejan,más allá delreconocimiento de la ansiedad de los futuros adoptantes, como aspecto anticipado de su identidad futura.
Pero, en determinadas provincias, ante la presentación de esos mismos postulantes acompañados por la mujer que entregará al niño y el abogado interviniente, el juzgado resuelve la situación que ocupó-pcuando mucho- seis o siete meses de espera . O sea, la aceptación de la presentación por parte del juzgado responde a la legalidad del procedimiento y no al reconocimiento de las ansiedades parentales, pero dichas ansiedades y deseos son los que promovieron la búsqueda-y el encuentro-del niño en esa área de provincia………………..
Es decir, que la inclusión de la variable reconocimiento impregna la identidad de los adoptantes con una característica propia: quienes adoptan siguiendo esta práctica lograron un reconocimiento jurídico y social diferente del que obtienen los adoptantes que reciben al bebe después de tres años de espera.
Transmisión de negatividades
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La historización de las experiencias cotidianas que forma parte de la construcción de las subjetividades de todo ser humano, introduce una experiencia socio-juridica negativa en la creación de la dimensión simbólica de esta familia en ciernes.Esa experiencia negativa que se sintetiza en la tardanza se incluye en los vínculos que los adoptantes establecerán con la institución que representa a la ley, y se les impone como un trabajo psíquico extra.
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La tardanza opera en la transmisión de negatividades desde los canones juridicos a los adoptantes ya que se crea una marca producto de la espera regulada por la ley y que se adhierel a la marca que se instituye debido a la imposibilidad de concebir.
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René Kaës(1998)(**) distingue entre la posición personal del sujeto, (en el modelo que describo se trataría de cada uno de los padres futuros adoptantes y posteriormente el hijo adoptivo) y la organización del grupo familiar. Ambos ejes se articulan y se diferencian, por ejemplo, en la posición singular de cada futuro adoptante, cuando asume su conflicto (su posibilidad o imposiblidad de reproducirse) y se relacióna con sus propios progenitores que fueron capaces de concebirlo: al no poder hacer lo mismo que ellos, el o la futura adoptante se tornan responsables por la interrupción de la cadena generacional que reproduce las afiliaciones representadas por un apellido,por ejemplo, o por una consanguinidad(organización del grupo familiar).En el anudamiento de estos dos ejes se complejiza la evolución del narcisismo personal y su relación con el Superyo y con la formación de los ideales de cada sujeto.
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A raíz de este planteo que desarrollo en otro texto(Giberti 1981-1998) seleccioné los aportes de Kaës cuando este autor introduce la expresión en souffrance para significar una situación «en espera»o «en suspenso», al mismo tiempo que mantiene su significado de sufrimiento, cuando se refiere a la presencia del inconciente en todo vínculo intersubjetivo,(entre los futuros adoptantes y sus padres y entre los futuros adoptantes entre si )de modo tal que dicha presencia del inconciente «se inscribe y se dice muchas veces, en muchos registros y en muchos lenguajes».
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Entonces estoy autorizada a conjeturar y aún a adjudicar un valor patognomónico a los efectos de la tardanza en el logro de una adopción,y a la espera de la aparición de una criatura en condiciones de adoptabilidad, en tanto y cuanto quienes serán sus padres adoptantes arrastran consigo un estado previo en souffrance según su doble acepción de espera y sufrimiento. Pero que admite, como excepción, a quienes son reconocidos por la ley debido a la implementación de la práctica que describo, sin necesidad de pasar por el trance de una larga espera
Es posible añadir que el suspenso acerca del desarrollo psiquico de la criatura adoptada suele mantenerse durante años,reforzando la idea de una herencia»negativa» proveniente del origen desconocido del niño; y a lo cual podríamos sumar la espera prejuiciosa de innumerables maestras que , desinformada apuestan a la que suponen inevitable aparición de «problemas de aprendizaje» en sus alumnos hijos adoptivos . O sea, el suspenso y la espera que está en el origen del hijo adoptivo, se potencian mediante los suspensos y las esperas de diversa índole que acompañan a sus padres,y además se transmite social y culturalmente al ámbito escolar; de este modo se crea un paradigma de transmisión intergeneracional social-cultural mediante el refuerzo de los prejuicios alrededor del rendimiento intelectual del hijo adoptivo. El eje de esta transmisión se recorta en la espera de la aparición de algun tipo de problema en los alumnos que son hijos adoptivos.
Tanto los padres adoptantes mientas aguardan la aparición del hijo, cuanto otros referentes, en este caso sociales, como las maestras que esperan determinadas alteraciones en el niño, cuanto los abuelos que mantienen el suspenso acerca de»cómo resultará» ese niño que no transporta los genes de la familia, los protagonistas de la adopción aparecen enlazados,ligados y anudados a la espera y su correlativo la tadanza, y el suspenso.

Adopción.
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